El olor de su cuerpo empieza a invadir todos mis sentidos.Comienzo a oler su pasión combinada con las ganas de un viernes de otoño.Siento que el corazón se le saldrá apenas y empiece a acariciar su pecho desnudo. Mis dedos se deslizarán en sus caminos virtuosos y recorrerán aquellos escondites nunca visitados.El tiempo se detendrá por unos instantes, dentro de nosotros no existe nada más que aquella lúgubre oscuridad que nos empuja al deseo.Lo siento temblar. Apenas y escucha mi respiración y su cuerpo empieza a transformarse.Recorro poco a poco con mi lengua el lugar donde las palabras entran al pensamiento, mi saliva empieza a hidratar aquel cuerpo en sequía.Lo recuesto en esa alfombra que sentirá el temblor de nuestros cuerpos.Mis caderas empiezan a moverse suavemente encima de él, a la vez que mi imaginación se sublima al ritmo de una melodía de Mozart.Mi respiración empieza a agitarse y se une al unísono de mi fiel acompañante.Nuestros labios se buscan desesperadamente y su boca empieza a excavar distintos paraísos de mi cuerpo.Sus manos acarician el principio y fin de mi escultura. Actúa como un pequeño explorador en busca del enigma de una Eva.Su tacto empieza a adueñarse de mi excitación, un cosquilleo constante me hace susurrarle al oído: continúa.Los dos haremos de ese instante un eterno episodio, esta noche será una longeva ensoñación que quedará escrita en las páginas de nuestra vida.Su temperatura se eleva, todo él es un volcán esperando el momento de estallar dentro de mi cuerpo.Mi altar está listo. Espera la ceremonia espiritual donde me consagrará todas sus ganas, su sangre y su vida.Somos ahora una sola persona. Se empieza a fundir hasta mis entrañas, se hunde en mi pecho, en mi razón, me ha sacado de mí para llevarme de la mano a un paraíso que empieza a ser eterno.Juntos entonamos una melodía desencadena. Aquellas paredes que nos encierran guardarán en su memoria nuestro canto celestial.Por un instante esa oscuridad irradia la luz de una pasión prohibida. Nuestro encuentro ha concluido con el más majestuoso rito escrito en mi memoria.Los amantes eternos volverán a encontrarse quizá cuando nuestros cuerpos imploren vida ante el desierto de nuestros sentimientos...
