Hace algunos ayeres decidí en mis ratos libres (en lo que encontraba trabajo, ja!) dedicarme a la actuación sólo como un pasatiempo, siempre desde muy niña me gustaba dirigir y actuar, montaba mis obritas de teatro el día de la madre, del niño y las famosas pastorelas para que la gente de mi colonia las viera. Desde ahí, surgió una pasión que sólo guardé para dedicarme a otra cosa. Al concluir mi carrera y ante la falta de empleo decidí aprender más de la actuación y tener una buena formación. Recuerdo que un amigo me llevó a sus clases, sólo tenía que dedicar seis horas de mi tiempo los sábados y me aventuré a hacerlo. Mi pasión sólo duró cuatro meses, pues surgió la oportunidad de entrar al terreno de mi carrera: el periodismo. Me dolió dejar algo que me apasionaba tanto, algo que me hacía ser desde una vieja loca a una mujer sumisa. Cuando pisaba el escenario me transformaba y aquella timidez desaparecía, los papeles sexys me salían bien (ja!) hasta que el maestro decidió darme un reto: interpretar a Igor. Al principio fue difícil pero logré deformar mi cuerpo hasta ser un alegre y tonto jorobado... pero ahí quedó todo, mi alma en un escenario, ya no pude demostrar que podía hacer más. Ahora mi vida es mi escenario, mis papeles de madre, amiga, esposa, amante, hija, hermana no son actuados, decidí asumir mi papel diario, ya habrá otras interpretaciones en el futuro.
(LA FOTO ES CUANDO MONTAMOS UNA OBRA DE CABARETERAS, HACE MUCHOS AYERES)
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